El Estado Peronista
Perón ordenó la disolución de varios de sus núcleos de apoyo, como el Partido Laborista, solidario con Perón pero independiente, justificándose con los conflictos entre laboristas y radicales conservadores. Luego creó el Partido Peronista. Eliminó de la dirección de la CGT a Luis Gay para subordinar al Estado el movimiento obrero. No hubo resistencias. La sindicalización se extendió rápidamente a los gremios industriales y a los empleados estatales. Ley de Asociaciones Profesionales. Verticalización de los sindicatos, administración especializada, burocracia estable. En la base, la acción sindical conservó vitalidad ocupándose de problemas inmediatos. Las huelgas sirvieron para hacer cumplir los objetivos de las negociaciones, pero Perón se preocupaba por esta agitación. Consideró las huelgas como negativas y se optó por la represión, en paralelo al mecanismo del arbitraje. Eva Perón cumplió las funciones de mediación entre los dirigentes sindicales y el gobierno. Los sindicatos nunca dejaron de ser la expresión social y política de los trabajadores; el Estado peronista creaba una situación de comunicación y participación fluida para ellos, y en ellos tenía su fuerza legitimadora. También extendió sus apoyos a los sectores populares no sindicalizados a través de Eva Perón y de la fundación (escuelas, hogares, alimentos y regalos navideños, estimuló el turismo y los deportes, etc.) por medio de la acción directa. El Estado benefactor y providente adquirió una dimensión personal y sensible. Propaganda, “Evita me ama”, los “humildes”.
El Estado debía vincularse con cada uno de los sectores de la sociedad. Organizó a los empresarios en la Confederación General Económica. Tuvo un acuerdo básico con la Iglesia: enseñanza religiosa y conducción de las universidades en manos de personajes del clero; pero algunos se preocuparon por el autoritarismo creciente o la democratización y se alinearon con la oposición. Perón se cuidó de no inmiscuirse en la vida interna de las Fuerzas Armadas y de darles cabida institucional en el gobierno. El Estado, además de dirigir la economía y velar por la seguridad del pueblo, debía ser el ámbito de negociación de los intereses sociales organizados. Subordinación de los poderes constitucionales al Ejecutivo, camino hacia el autoritarismo. Reemplazó a la Corte Suprema, intervino provincias, acabó con la autonomía universitaria, el Poder Legislativo carecía de contenido real. El Ejecutivo avanzó hasta el “cuarto poder”: los medios fueron presionados. La reforma de la Constitución posibilitó la reelección presidencial (Perón y Quijano triunfaron en 1951). Uso de la autoridad estatal para disciplinar fuerzas propias (como hicieron Roca, Yrigoyen y Justo), utilización del liderazgo personal e intransferible, maquinaria propagandística. La doctrina peronista se convirtió en la Doctrina Nacional, unificando los conceptos de Estado, movimiento y comunidad que confluían en el líder (combinación de las tradiciones del Ejército y las de los modernos totalitarismos).
Peronización de todo espacio de la sociedad civil, pero que aseguraba los derechos políticos y sociales de vastos sectores como la mujer. Legitimación por medio de las masas que debían ser moldeadas según la doctrina, a través de la propaganda y la escuela. Las movilizaciones y concentraciones fueron jornadas festivas. “A los enemigos, ni justicia”. Verticalidad y correccionalismo. La derrota de 1946 desarticuló la Unión Democrática (última figuración del Frente Popular) y enfrentó a los partidos opositores que no concordaban en desde dónde atacar a Perón. Los socialistas mantuvieron su caracterización de nazifascismo, autoritarismo. El Partido Comunista tuvo un período de acercamiento pero luego fueron expulsados sus dirigentes. Los conservadores formaron la oposición frontal, defendiendo la legalidad republicana. El radicalismo se renovó; el Movimiento de Intransigencia y Renovación formuló sus principios, y sin renunciar al discurso constitucional y republicano, combatió al peronismo desde una posición más progresista en lo social y lo nacional, hasta que el gobierno lo hizo retroceder. El grupo unionista (alvearista) especulaba con un golpe militar, mientras los intransigentes discutieron en el Congreso cada uno de los proyectos gubernamentales, pero no llegaron a constituir una verdadera oposición democrática, porque su faccionalismo también era fuerte, y por la indisposición del peronismo a convertir el Congreso en un lugar de debate.
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