Un Conflicto Cultural


        El discurso político y los ataques a la oligarquía no se correspondía con una conflictividad social real. El régimen peronista no ataco los intereses de las clases altas. Inclusive, hubo nuevas incorporaciones de empresarios exitosos quienes ocuparon el nombre de “nuevos ricos” y se mezclaron con la elite dirigente. Las clases medias tuvieron mas motivos de queja, que, sin embargo, fueron contrarrestadas por la prosperidad económica de los trabajadores y la educación de sus hijos (expansión de la enseñanza media y universitaria).
       En cuanto a las migraciones internas, la crisis de la agricultura pampeana y la oferta de trabajo industrial operaron fuertemente, y estabilizada esta, fue la mera atracción la vida en ciudades. Durante los finales de la década del 30, predominaron los migrantes de las zonas pampeanas mas cercanas y luego se incorporaron los provenientes del Interior tradicional, “el cabecita negra”. Con ellos se expandieron los cinturones de las grandes ciudades. Esta urbanización fue la incorporación de los sectores populares a ámbitos visibles en donde ejercieron plenamente una ciudadanía social, que nació fusionada con la política.
       El reconocimiento del pueblo trabajador y el ejercicio de nuevos derechos estuvieron asociados con la acción del estado, y la justicia social fue una idea clave. Esta idea se venia desarrollando ya en las dos décadas anteriores, tanto por experiencia de los sectores populares como de diversas fuentes discursivas. Y, lo que se consiguió con ella fue una percepción de las injusticias de la sociedad unida a un razonamiento para solucionar sus aspectos mas visibles e incluso alcanzar mejoras en las cuales el estado era el máximo responsable. Romero resalta la combinación de esta idea junto con la ideología de movilidad social.
        Así, la justicia social venia a completar el proceso de integración de la sociedad argentina, y la identidad que se construía a su alrededor fue obrera e integrativa. De la mano de los sindicatos los trabajadores aseguraron su salud y accedieron al turismo y al deporte. Los trabajadores consiguieron integrarse a la nación de la mano del estado y a la vez se incorporaron a la sociedad establecida. A la educación se agregó la protección y promoción de diversas actividades culturales. El estado distribuía, y el pueblo recibía, junto con los bienes, una dosis masiva de propaganda, manejada desde la secretaria de prensa y difusión.
        El estado distribuía cultura popular, distribuía los modelos sociales y culturales establecidos. También, distribuía una cierta visión de la tradición nacional, manifiesta en la preocupación por develar el mítico ser nacional: en primer lugar, San Martin. “Un pasado negro y un presente rosa” eran los elementos centrales de los textos y los discursos peronistas. La creación intelectual y artística fue escasa en el medio oficial, lo mas novedoso fue el auge del teatro “independiente”.
        El peronismo había surgido en el marco de un fuerte conflicto social, alimentado desde el mismo Estado.  Luego, derivo en un fuerte enfrentamiento político y también en un conflicto cultural. Fue un conflicto cultural mas violento. El peronismo no se apoyo en un modelo cultural diferente al establecido, sino en una manera diferente y mas amplia de apropiarse de el en donde la oligarquía era la que restringía los bienes. Su posición era la de un violento ataque discursivo con escasas acciones concretas en contra de los destinatarios.
        Desde la oposición hubo una resistencia a las prácticas políticas del peronismo y una irritación ante la forma peronista de democratización social. Su posición fue la de ridiculizar al nuevo rico como también al humilde habitante. Estos compitieron por la significación de un campo común.

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